sábado, 17 de junio de 2017

COMO RECIÉN LLEGADO AL MUNDO

Fuego. Muchos poetas buscan la intensidad de las palabras como si quisieran prenderles fuego. Y viven sus horas de melancolía prendiendo cerillas, mirándolas arder hasta que les queman los dedos, como si esa incandescencia fuera un reflejo de su interior. Los poemas de Alberto Conejero son así, incendios permanentes, palabras que crepitan en la oscuridad en busca constante de su propia trascendencia. 


Como recién llegado al mundo,
a la estampida de raíces a la que llaman vida,
aprenderás de nuevo el orden de los astros,
la laboriosa ciencia de ser en los otros
otra vez solo, tú,
polizón de los días que aún te aguardan. 

No esperes el asilo de los pájaros.
No aguardes el consuelo de la nieve. 
Aquí, arrojado, aprendiz del oficio
de intemperie, comprenderás, tarde o temprano,
que no hay albergue en el corazón de un náufrago
si no es para las olas. 






Alberto Conejero (1978) se hizo un hueco en nuestras conversaciones cuando fuimos a ver La piedra oscura, una obra de teatro suya que reconstruye lo que pudieron ser las últimas horas del último amante de Lorca. La obra era intensa hasta el desgarro y su poesía refleja ese mismo sentimiento exaltado hasta el límite. 


domingo, 11 de junio de 2017

DAME TU MANO

Nos movemos en distancias volubles. Elásticas. A veces el mar nos rodea y su oleaje nos deja a la deriva, indefensos y aislados, chapoteando en una soledad no buscada sin manos tendidas. Es entonces cuando más necesitamos acercarnos a una presencia querida, una memoria, encontrar, en medio de la inmensidad del agua, nuestro pedacito de tierra. 


"Hoy me gusta la vida mucho menos
pero siempre me gusta vivir".
César Vallejo

Dame tu mano
amor
no dejes que me hunda
en la tristeza.
Ya mi cuerpo aprendió
el dolor de tu ausencia
y a pesar de los golpes
quiere seguir viviendo.
No te alejes
amor
encuéntrame en el sueño
defiende tu memoria
mi memoria de ti
que no quiero extraviar.
Somos la voz
y el eco
el espejo
y el rostro
dame tu mano
espera
debo ajustar mi tiempo
hasta alcanzarte.



Claribel Alegría (1924) es una poeta nicaragüense. En los años cuarenta estudió con Juan Ramón Jiménez en Estados Unidos, país donde vivió hasta los años ochenta. Regresó a Nicaragua en los años de la revolución sandinista y en su poesía se refleja su compromiso social y su denuncia de la represión política de Centroamérica en esos años. Hace unas semanas recibió el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana al conjunto de su obra. 


domingo, 4 de junio de 2017

TRANVÍA

Juan Ramón Jiménez visitó Nueva York en 1916. Pensamos que debió de divertirle mucho la ciudad, porque en su siguiente libro, Diario de un poeta recién casado, publicó este texto hilarante y alocado sobre los neoyorquinos y las gafas que pululan por la ciudad. Hay cientos de poemas románticos, modernistas, sutiles, filosóficos o espirituales en la obra de Juan Ramón. Sin embargo, hemos escogido este porque su poesía también está en la intrascendencia de unas pantorrillas..., digo, de unas gafas. 


TRANVÍA
New York

GAFAS. Pantorrillas de fieltro alto, arrugado y fangoso. (Van al baile y son ellas solas la pareja.) Gafas. Ningún ojo claro. Mandíbulas incansables -¡qué cansancio!- que mascan goma, sin fin. Gafas. Borrachos sin gracia, que hacen reír risas de mueca a todo un mundo de dientes de oro, plata y platino. Gafas. Amarillos, cobrizos y negros con saqué blanco, es decir, negro, es decir, pardo y sombrero de copa de ocho... sombras. Gafas. ¡Cuidado! ¡Que me pisa usted los ojos! Mirada, digo, gafada sin vida. Gafas, gafas, gafas.



Juan Ramón Jiménez (1881-1958) es uno de los poetas españoles más importantes de la primera mitad del siglo XX. Decidió abandonar la carrera de Derecho para dedicarse a la literatura, influido por Rubén Darío y los simbolistas franceses. Tuvo varias crisis de neurosis depresiva y permaneció ingresado en Francia y en Madrid. En 1936, al estallar la Guerra Civil, se exilió a Estados Unidos, de donde viajó a Cuba y, por último, a Puerto Rico. En este último país recibió la noticia de la concesión del Premio Nobel de Literatura en 1956.